Como aprendes a vivir,
mira la flor
y descansa.
A orillas del estanque
clama por agua.
¡Sed del ignorante!
Luna llena.
Perdido entre las dudas,
no hay camino.
De la rosa ya marchita
se desprenden los pétalos.
Lección aprendida.
La sabiduría del anciano:
Con cada día, una alegría.
En cada mirada, un poema:
la mariposa revoloteando,
una paloma en el tejado,
el aroma del bosque cercano,
las aves surcando cielos.
La sabiduría del anciano:
contemplarlo todo sin
preocupaciones,
aquí y ahora.
(Inspirado en un poema de Yi Saek,
1328-1396)
Algunos no lo nombran,
otros lo llaman vacío, la vía,
la perfección, el infinito.
Es el germen de toda existencia:
del origen de la flor
del impulso de los peces
de todos los aromas y colores,
del aliento y alimento de los
seres.
Es el soplo que todo lo
contiene.
(Inspirado en un poema de Shih-shu
- siglo XVII)
El viejo maestro enseña: da media
vuelta, dirígete hacia tu paz interior. Solo allí encontrarás el manantial
sorprendente e infinito del camino. Así como atas enérgicamente tus hatajos de
hierbas para construir tu choza, entrégate a esa íntima enseñanza. No la evites
ni abandones.
(Inspirado en un poema de Sekito)
Siéntate.
Busca la postura digna,
sin tensión,
como Buda.
No desees nada,
ni beneficio ni iluminación.
El tiempo aquí no cuenta,
solo diviértete mientras
dejas pasar angustias e ilusiones,
que llegan y desaparecen.
Entonces te levantas
y sigues tu camino.
(Inspirado en un poema de Ananda)
El camino que has tomado
eres tú quien lo labra. Es tu
camino.
Igual que las aguas del río
corren por su propia senda.
Solo el ignorante te dirá:
tomaste este camino porque
alguien te indicó que lo
siguieras.
(Inspirado en un poema de Ananda)
El trasatlántico deja por mucho
tiempo
una estela grabada en su senda por
el mar.
¿Dónde está la estela que deja una
canoa?
Mi vida, como la canoa,
no deja rastro.
(Inspirado en un poema del Monje
Mansei -730 d.e.c.)
Me asombro del otoño
que se ensarta entre las hoces y
los ríos,
con tonalidad preciosa y única.
Y casi en un instante desaparece,
para irse a circundar otros montes
y paisajes.
Así la vida, como el pensamiento,
fugaces, pasajeros, van y vienen,
vienen y van.
(Inspirado en un poema del Monje
Jakuren, 1139-1202)
Sé como el viento, que llega a ti
sin quedar atrapado.
Fluye como el agua, que vence
obstáculos sin ninguna lucha.
Alumbra como el sol, que arde e
ilumina, sin consumirse.
Sé como el Bodhisattva, que se
ofrenda sin esperar recompensa.
(Inspirado
en un poema de Shifu Shi Yanjun - siglo XXI)
Hay un estado misterioso que surge
cuando se gira la rueda del dharma. Es el prodigio que se expresa después del
diario entrenamiento, cuando el corazón, el esfuerzo, la voluntad y la
compasión lo acompañan. El logro final es una vida que se ha completado, una
vida transformadora.
(Inspirado en un poema deTorei,
1721-1792)
Le dicen el ocioso,
no fabrica, no aprende, no exige.
No se aferra a pensamientos,
no busca ser el primero
ni se desvive por conocer la
verdad.
Más bien parece necio e ignorante.
Y sonríe.
(Inspirado en un poema de Yung
Chia, 665-713)
para dar la bienvenida al dharma.
Desde su ventana lo contempla
entre los picos nublados,
en la vegetación del huerto,
en los sonidos de la naturaleza.
Ahora le da la bienvenida en su
hogar:
coloca su tatami, prende
inciensos,
y medita.
(Inspirado en un poema de Wang
Wei)
Al crepúsculo, todos se retiran.
Queda el viejo anciano.
La chimenea encendida
desprende un humo blanquecino.
Señal de que el maestro
ya puede emprender
su jornada más íntima.
(Inspirado en un poema de Ma
Chih-yuan, 1260-1334)
Cuando el vigor y la alegría me
circundan,
el mundo se muestra en gozosa
plenitud.
Si me siento lánguido y afligido,
mi mundo palidece.
¿Por qué, tonto de mí,
me adentro tantas veces
en la palidez del mundo?
(Inspirado en un poema de Ikkyu)
La ciudad nocturna se baña
con el resplandor de la luna
otoñal.
Se encienden las luces de colores
en casas, árboles y plazas.
¿Cómo comparar la belleza?
¿Alguien recuerda qué se
celebra?
(Inspirado en un poema de Li Bai)
Una nube solitaria que le cuesta
despedirse.
Las demás, en retirada,
aceptan la victoria del cielo
claro.
Hasta los pájaros en bandada han
salido
de sus nidos y la nube, la última,
sigue resistiéndose.
¿Será perezosa? O la añoranza la
retiene.
Como mi corazón, que se resiste
a decirte adiós, a pesar de tu
partida.
Lloro, y la nube solitaria se
regocija.
Piensa que de ella brotan las
últimas
gotas de lluvia.
Las últimas.
(Inspirado
en un poema de Li Bai)
Desde la ventana
la luna proyecta su luz
hasta mi lecho.
Levanto levemente la cabeza
y la contemplo.
Al bajarla, una luz más
deleitable,
más hermosa y cálida
a mi lado,
me envuelve, me acompaña.
No puedo pedir más,
no tengo nada que añorar.
(Inspirado
en un poema de Li Bai)
Mi vida, como mi vestimenta,
estaba hecha con harapos de
ilusiones.
Un día, recostado entre las rocas
del acantilado,
observando la agitación de las
olas,
sin querer, me encontré vigilando
a mi mente,
percibí su vacío.
Desperté, quizás,
más feliz.
(Inspirado
en un poema de Naong, 1320-1376)
Con el viento en calma
los árboles reverdecen
y los colores se apoderan del
jardín.
Mañana llegará el otoño
y el invierno
y nuevamente los árboles
deshojados,
el tiempo desapacible,
el jardín escarchado.
Todo es transitorio.
Lo sabes. ¿Y aún, así,
te esfuerzas?
¿Para quién es la sinfonía que surge
de las aguas corriendo
entre rocas y meandros?
¿Para quién los colores que emergen de los bosques,
flores, plantas y montañas?
¿Para quién los olores que ofrece
cada rincón de la naturaleza?
Sin dueño.
¡Diez mil onzas de oro por el
cielo!
¿Quién lo compra, quién lo compra?
¡Cuánta gente pujando en la
subasta!
Crispación desenfrenada.
En la esquina más lejana
hay alguien que se ríe:
ya lo tiene sin que nadie lo
perciba.
¿Cuánto le ha costado?
La renuncia.